Nuevamente los "ahorcados" aparecieron desparramados por Monte Grande y sacudieron a los vecinos más madrugadores.
Por si le interesa conocer los pormenores del asunto, acá va una pequeña crónica.
Todo comenzó a eso de las 4 y media de la mañana. Luego de dar algunas vueltas por la ciudad, para asegurarse de que todo estaba bien, los miembros del Escuadrón decidieron que el ahorcado pasaría sus últimas horas colgado de la baranda de una escalera en la esquina conocida como "Giardino", en Vicente López y Rojas.
Subirlo fue fácil, lo difícil fue convencer al sereno del lugar de que, en realidad, estábamos preparando todo para la filmación de una publicidad y que, en minutos más, llegarían las cámaras, las luces y todo lo demás.
El pobre hombre aceptó, no demasiado convencido, pero a medida que pasaban las horas y no venía nadie más empezó a preocuparse por su trabajo.
-Muchachos, me van a comprometer- nos dijo.
Como el Escuadrón no quiere que nadie arriesgue su trabajo por una travesura, decidimos descolgar al ahorcado y buscarle otra ubicación. Ademàs, ya lo habìa visto bastante gente y no estaba mal eso de aprovecharlo para otro operativo.
Otra vez a trepar, y a los pocos minutos el ahorcado estaba otra vez en el piso.
Eran ya casi las siete de la matina.
Hubo que buscar otro lugar, y decidimos que la esquina de Lavalle y Rojas reunía las condiciones, así que nuestro amigo quedó tirado en medio de la calle.
-¡Què hijos de puta!, dijo divertido. -¡Es un muñeco!
Lo cargaron en la camioneta con cuidado, rièndose, mientras la gente amontonada también se divertía.